"...Y no le otorgo poder al mal, ni a la tristeza, ni a la desesperación, solo al amor, a la esperanza y a la paz."

martes, 19 de enero de 2016

Me gustan las estrellas.

    Me gustan las estrellas más de lo que creía que me gustaban. Hoy sonrío por la ironía de haber estado en tantos lugares maravillosos, puntos de partida para tener una apreciación increíble de las estrellas. Sin embargo nunca había sonreído tanto como anoche admirando a una estrella. La conexión que sentí con ella me dijo que estuviese en calma, que me llenara de paciencia. Quizás hablé con Dios.
Me dijo que sonriera porque la vida es bella. Me dijo que mi mundo es hermoso a pesar del realismo que viene con él. Me dijo que no importa desde la perspectiva en la que vea la vida; siempre que vea a una estrella me daré cuenta de que esta es hermosa. Que no importa que un día despierte y me desilusione del mundo porque allí estará una estrella esperándome en la noche para hacerme sentir que la vida es bella. Me dijo que conociera a fondo la compañía que tenía en ese momento a mi lado. Me hizo entender que la vida es más sencilla de lo que nosotros la hacemos y que, a veces es mejor sentirse bien del corazón que ir corriendo detrás de las preocupaciones. Me hizo saber que a veces nada importa, que solo importamos ella y yo. Que es dichoso ser sincero. Que es mágico ser natural. Me dijo que no importa si te ven besando al amor de tu vida. Me hizo creer que a la sociedad no hay que tomársela tan en serio a pesar de sentir las profundas ganas de estudiarla. Me dijo que ya cumplí el primer paso para vivir plenamente: acepté que vine a este mundo con un motivo, y que además, me acompañará siempre hasta descubrir cuál es. Me dijo que no estaré nunca una noche sola siempre y cuando sepa que una de ellas estará allí, iluminándome. ¡Ya sé porque mi estrella aparenta ser una brújula! Es la imagen de mi guía, de mi luz, de mi centro, de mis sentimientos, de lo que soy y de lo que voy a ser. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario