"...Y no le otorgo poder al mal, ni a la tristeza, ni a la desesperación, solo al amor, a la esperanza y a la paz."

sábado, 18 de febrero de 2017

Soliloquio para vivir conmigo

Y resulta que descubres quién eres, cada segundo de tu vida. Pasas todo el día disfrutando de ello, de lo que piensas de las flores, de lo que sientes oliendo el café. Y al final del día eso eres; los pensamientos que te llevaron a hacer cada acción. Estar contigo y hacer de cuenta que estas insatisfecha con cada una y por eso quieres correr por todas tus acciones, completando las misiones, con un horario y preguntándote ¿ahora qué? Porque eres ansiosa. Porque así debe ser, debes crear tu rutina según las horas. De hecho para que cualquier cosa funcione debes practicarla una y otra vez para que pueda hacerse costumbre, y así lo puedas mantener funcionando. Sucede con las horas estipuladas para comer, para estudiar, para bañarte, para dormir, para tomar las pastillas, para asistir a donde debes ir y por supuesto para estar en ese maravilloso sitio que amas estar. Terminas todas las misiones para descansar. Aunque durante el día recuerdas disfrutar una y otra vez las nubes, las flores, y la gente… y estás en paz contigo... Te crees fuerte. Lo hiciste bien. Entonces lees, tomas algo de tiempo para ti, y finalmente te vas a dormir. Todos tus pensamientos están fugaces, pero puedes descansar. Entras en calma. Llegó la hora del trance. Ese que tanto disfrutas y comparas con el orgasmo. Sueñas.

Hasta que despiertas y algo pasa, los sueños se caen, y te hartas de estar contigo, te disgustas y no entiendes, no aceptas nada. No hay calma. Empieza un terrible encuentro contigo, te desesperas y te das cuenta de que suman más las calamidades ¡PORQUE TE QUEJAS! ¡PORQUE LO PIENSAS DEMASIADO! Porque sigues molesta contigo por no terminar de actuar, porque estás inconforme de no haber cumplido las misiones. Todas esas emociones rugen como salvajes, y comienzas a referirte a paradigmas que no te hacen bien. Todo está fatal. Las circunstancias son más grandes. Te haces la víctima. Eres pequeña. La impotencia te hace maltratarte, gritas, lloras y te molestas con el mundo. Todo pierde el sentido. Ya no hay tantas razones para creer, para tener paz, para alegrarte cuando ves las flores. Eres frágil. Intentas hablarlo y nadie te entiende. Haces drama y luego quieres desaparecer. Y ya ninguna palabra que pronunciaste tiene sentido. Y ninguna respuesta que diste te gusta. ¡LO PIENSAS DEMASIADO OTRA VEZ! Hay explosiones de emociones. Millones. Como las luces en una noche de festival. Y así una disyuntiva interna muy violenta termina… con una palabra que escuchas después de respirar profundo… después de leer una frase que te hizo sentir paz… reaccionas… vuelves en ti… Siempre lo encuentras.

Ya no hay reproches. Te explicas las respuestas a las preguntas que te habían mantenido ansiosa. Todo cobra sentido. Como si nada, la paz se posa en ti. Y crees en el amor, respiras profundo, sabes que te amas. Te halagas. Te haces bien. Te sientes bien. Disfrutas de tu alrededor. Tus metas vuelven a tener camino. Hay más luz. Los ojos abiertos. Agradeces, te recuerdas cómo caíste y porqué, sin excusas, transparente, te disculpas. Sonríes y quieres ir a la cama a soñar. Estás meditando.  


Y resulta que vives, cuestionándote tanto que no crees vivir. Exprimes. Sientes demasiado. Te gusta ser así porque sabes que eres capaz de equilibrarte. Lo has hecho antes. Ya no es difícil. Te conoces. Sabes todas las razones. Están en ti todas las respuestas. Eres tú a quien debes encontrar todos los días. Cuando descubres cada segundo de tu vida… Cuando sientes con el olor del café. Cuando te emocionas con ver la luna gigante o miras el sol distante, con los colores en el cielo. Cuando piensas en ti. Cuando piensas en él. En ellos. Cuando amas, y abrazas… vives cuando hablas y te burlas y te ríes, y comparas, te enfureces y sonríes… cuando corres...

Vives cuando haces y lo que haces tiene sentido.

jueves, 2 de junio de 2016

Exitos Letalis

“La primera vez que se muere un paciente bajo tu cuidado, sientes que eres el responsable de esa muerte, sientes un vacío en tu ser, un vacío en el corazón y una gran tristeza que te embarga, haces el duelo respectivo y luego asimilas esa muerte como algo predestinado.”
Es fácil decir que los médicos pierden la sensibilidad humana. Cuando egresan de la universidad, adquieren una gran responsabilidad con su propia vida y la de los demás seres humanos. Requieren de una gran preparación mental y espiritual, porque ellos, se enfrentan con la muerte en una forma directa. Aun así, experimentan un sentimiento de culpa a pesar de estar convencidos de haber hecho todo de manera correcta y adecuada. Cada vez que papá tiene un paciente delicado, se siente la tensión en casa, su humor y ánimo cambia, lo sentimos distante. Suele ser cerrado con sus emociones negativas; cuando está triste es muy difícil que cuente porqué. Él es la primera persona más fuerte que conozco. “Sólo ponemos una coraza protectora para no sucumbir ante los demás y poder inspirarle fortaleza a los familiares cuando nos toca darles la mala noticia, no es fácil.”
Fue la muerte de su madre, el siete de noviembre del año dos mil cuatro, lo que más deprimió a mi papá. Sentía que había fallado como médico, que todo se había acabado y a sí mismo se decía: “tanta gente que he ayudado en peores condiciones, y ahora que es mi madre: fallo”.


Última visita
Es domingo, una noche tranquila en casa, alrededor de las siete u ocho. Cecilia sube a la habitación principal y se sienta al pie de la cama, le acaricia los pies a su hijo mientras lo saluda con cariño a él, y a su esposa, Zuleima. Le comenta acerca de su día: Había ido a misa en la tarde. Tenía días sintiéndose decaída. No le había comentado porque no quería molestarlo ni llamarlo por teléfono. Bárbaro le reclama haberle comentado primero a Adela, su hermana menor, ya que vive en otra ciudad y no podría hacer nada útil, recomendando que es con él con quien debe comunicarse cuando se sienta mal; es médico y además, su vecino. Zuleima, aún acostada en la cama, interviene en la conversación: - ¡Llámelo cuando quiera, ese es su hijo! Cecilia ligeramente coloca sus manos sobre los pies de ella como un gesto de aprecio, y dice: “Ya me siento bien, esas son cosas de tu hermana, Bárbaro.” Se despide diciendo que llamará en caso de que lo necesite. Baja las escaleras, toma un cambur de la cocina y da la bendición a sus dos nietos antes de salir de la casa.
Once y cuarenta de la noche, suena el teléfono alumbrando en la pantalla: “Mamá.” Bárbaro sale de la casa inmediatamente, semidesnudo. Encuentra a Cecilia en el patio común con mucha dificultad para respirar, le dice que aguarde un segundo. Sube a la habitación corriendo por las escaleras, y se viste rápidamente: - “Zuleima, llevaré a mi mamá a la clínica.”
Santa Bárbara: ve morir a su más grande amor
Ya en la clínica, Cecilia se rehúsa a sentarse en la silla de ruedas. Llegan a la habitación, enseguida Bárbaro, en su rol de médico, le coloca los electrodos del equipo de electrocardiografía, en las posiciones establecidas convencionales y le realiza un EKG, imprimiéndose las imágenes eléctricas que genera el corazón en el papel termo sensible. Luego lo interpreta según las reglas y en base a criterios establecidos científicamente, confirma: Infarto del Miocardio Masivo. Le instaura tratamiento pertinente para la afección: “Ahora sí, no me gusta esto”, dice Cecilia. Pierde el conocimiento y hace un paro cardo-respiratorio. No hay ruidos cardiacos, ni pulso. Procede a reanimarla con maniobras convencionales de Reanimación Carpio Pulmonar (RCP), masa cardíaco, entubación oro-traqueal, adrenalina, atropina, etc. durante 30 minutos, sin obtener éxito y muy a su pesar, confirma que se produce “Éxitos Letalis”
Muere Cecilia a las doce y quince minutos de la madrugada, cuatro días después de su cumpleaños número 66. Bárbaro, en medio de la impotencia y con mucha desesperación, destroza los equipos médicos junto con la habitación entera. Llora desconsoladamente con la única compañía de su enfermero de confianza; Leandro. 
Al recuperar la calma, llama por teléfono a su papá. Federico baja inmediatamente de su apartamento ubicado en el último piso del edificio de la Clínica Santa Bárbara, empresa familiar.


Alto voltaje
Se escucha el ruido de una gaveta cerrándose muy fuerte. En la misma habitación dormían los niños. Todos despiertan asustados. Se escucha la voz susurrante y de sorpresa de mamá: “Se murió Cecilia”, seguida de un silencio que invade la mente de los tres. Pocos minutos después, suena el teléfono: Papá informando; falleció la abuela infartada.
Ya todos en la residencia saben la noticia. Bajan, sin separarse, hacia la sala donde se encuentran tíos y Bárbaro, nuestro hermano mayor; venían a informar. En el instante, hubo un alto voltaje. Todos los bombillos de la casa empiezan a explotar, uno por uno, desordenados; primero el de la escalera, seguido el de la cocina, sala de arriba, habitaciones, sala de abajo, comedor. Estupefactos, nadie explica nada; sólo fue un alto voltaje. La tristeza nubló las casas. Era la abuela, quien a pesar de su carácter, mantenía en armonía la familia.
El médico, dando la fúnebre noticia a los demás familiares desde la clínica. Su coraza salió a flote. Fue doble trabajo, ¿cómo explicas que se murió tu madre en tus brazos, sin poder hacer nada más? Debió transmitir tranquilidad cuando él, por dentro, estaba muriendo de dolor. Fue duro certificar la muerte de Cecilia, sólo pensaba en que a escasas tres horas, ella había estado sentada en su cama acariciándolo y diciéndole que ya se sentía bien.


La muerte, es lo más seguro que tienes en la vida, pero por más que queramos no estamos preparados para enfrentar ese momento que debería ser normal. Ver a tu madre morir en tus brazos no es lo que esperas cuando te conviertes en médico, pero pasa, así como a mi papá. Cuando tenemos un familiar en su lecho de muerte, culpamos a Dios y a los médicos que no pudieron salvarlo, sin antes agradecer y comprender como seres humanos que somos, el sentimiento que conlleva ser responsable de una nueva oportunidad de vida, o así, de una muerte. “Después de un tiempo lo asimilas y te reconforta que ayudas a salvar muchas más vidas que las que se te mueren y eso te da un alivio espiritual.”

miércoles, 20 de enero de 2016

Conflictos y Consensos

           Terminando apenas el primer semestre de Comunicación Social y a pesar de las trabas, tengo que contarles que estoy empezando a amar mi carrera. Quiero compartir uno de mis ensayos para Teoría de la Argumentación, basado en el libro Política para Amador del cual saqué mucho provecho porque me asomó hacia un tema sobre el cual tengo muchísimo interés y otro por el cual me siento atraída locamente; política y diversidad. 


Conflictos y Consensos 

Los seres humanos a diferencia de los animales poseemos el privilegio de la razón. Según Aristóteles, el motivo por el cual los humanos somos seres sociables es porque tenemos la palabra, la cual existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Los humanos hemos actuado desde el principio de los tiempos por imitación; gracias a ella es que logramos condicionarnos en este mundo social. Al mismo tiempo, a pesar de crear nuestro sistema de valores por la imitación tendemos también a rebelarnos contra alguna determinada sociedad. Ya que tenemos la capacidad de raciocinio existen diferencias y millones de ideologías que nos llevan a actuar. Somos sociables cuando llegamos a un acuerdo común como cuando tenemos razones para rebelarnos y colocarnos en un punto de discordia. La sociedad, entonces, es una diversidad fundamentada en un aspecto común: la humanidad.
La política es una ciencia bastante compleja que trata básicamente de la organización de las sociedades humanas. La política no es más que el conjunto de las razones para obedecer y las razones para sublevarse. Dicho esto, nos planteamos lo siguiente; ¿por qué la política es causa de conflictos y consensos en la sociedad? Los seres humanos nos parecemos tanto que el sentido inconsciente que le damos a la vida es competir unos con otros. Los conflictos acompañan de manera necesaria a la sociedad porque gracias a ellos hemos evolucionado.
La política genera grupos sociales que causan impacto en la sociedad debido a que los diferentes factores de creencias siempre crean diferencias que se ven reflejadas en la educación, conducta y valores. Podría escribir una analogía entre la política y la música: puedes decidir si oírla o no pero de cierto modo esta siempre va a influir en ti y en tu entorno. Así no compartas el mismo gusto, los distintos géneros siempre van a estar allí a tu alrededor y la única manera de vivir con ello es siendo tolerante. Sin embargo, siempre van a existir las disputas por cuál tipo de música es mejor o peor desde puntos de vista diferentes por una misma razón que en la política: somos capaces de razonar.
Para vivir todos en conjunto (como lo hacemos) es imprescindible la presencia de una forma de organización social: la política. Por esta misma razón existen millones de distintos modos de vida basados en creencias o ideologías, y de esta manera creamos grupos sociales en los que siempre existe la jerarquización para poder llevar a cabo los consensos. Desde nuestra realidad humana, en la política, proviene la autoridad; necesaria para socorrernos, orientarnos y liderarnos, más no ordenarnos. La política se encarga de canalizar los conflictos que creamos los seres humanos.
Fernando Savater, en su libro Política Para Amador, nos plantea dos maneras de formar parte de los grupos sociales: participar y pertenecer. La pertenencia a un grupo se trata de seguir un sistema de creencias y actitudes sin cuestionarlas; tal como viven ciertas personas que dicen no estar interesadas por la política. En cambio, participar es ser parte de un grupo porque se quiere y cuando se quiere, manteniendo siempre la capacidad de crítica ante todo lo que se le presente.
Concluyo dejando claro que con una sociedad sin conflictos, no habría consensos, y tampoco se llamaría sociedad. Vivimos en un mundo de individuos libres dentro de la necesidad de ser parte de algo más, porque no estamos solos y vivimos de esa estabilidad entre los acuerdos y los desacuerdos, lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto.






martes, 19 de enero de 2016

Me gustan las estrellas.

    Me gustan las estrellas más de lo que creía que me gustaban. Hoy sonrío por la ironía de haber estado en tantos lugares maravillosos, puntos de partida para tener una apreciación increíble de las estrellas. Sin embargo nunca había sonreído tanto como anoche admirando a una estrella. La conexión que sentí con ella me dijo que estuviese en calma, que me llenara de paciencia. Quizás hablé con Dios.
Me dijo que sonriera porque la vida es bella. Me dijo que mi mundo es hermoso a pesar del realismo que viene con él. Me dijo que no importa desde la perspectiva en la que vea la vida; siempre que vea a una estrella me daré cuenta de que esta es hermosa. Que no importa que un día despierte y me desilusione del mundo porque allí estará una estrella esperándome en la noche para hacerme sentir que la vida es bella. Me dijo que conociera a fondo la compañía que tenía en ese momento a mi lado. Me hizo entender que la vida es más sencilla de lo que nosotros la hacemos y que, a veces es mejor sentirse bien del corazón que ir corriendo detrás de las preocupaciones. Me hizo saber que a veces nada importa, que solo importamos ella y yo. Que es dichoso ser sincero. Que es mágico ser natural. Me dijo que no importa si te ven besando al amor de tu vida. Me hizo creer que a la sociedad no hay que tomársela tan en serio a pesar de sentir las profundas ganas de estudiarla. Me dijo que ya cumplí el primer paso para vivir plenamente: acepté que vine a este mundo con un motivo, y que además, me acompañará siempre hasta descubrir cuál es. Me dijo que no estaré nunca una noche sola siempre y cuando sepa que una de ellas estará allí, iluminándome. ¡Ya sé porque mi estrella aparenta ser una brújula! Es la imagen de mi guía, de mi luz, de mi centro, de mis sentimientos, de lo que soy y de lo que voy a ser. 

lunes, 15 de junio de 2015

¿A cuántas personas hice sonreír hoy?

 Es increíble cuan diferentes pueden ser nuestros mundos. Estaba al borde de la locura, había algo que en realidad me hacía molestar. Quejándome en frente de otro espíritu con una historia totalmente diferente, con la cual me topé sin darme cuenta. Solo descargaba lo que había dentro de mí… mientras desde el otro lado había comprensión y calma.

 ¿Cuántas veces nos enfrascamos en nuestros problemas sin ver para los lados? ¿Cuántas veces mi solución ha sido descargar y no reaccionar? Nos parece en ese momento que solo nosotros tenemos el derecho de reflejar nuestra molestia. Resulta que cada una de nuestras mentes y nuestras almas, en conjunto, son un mundo. Hemos creído menos importante la vida del otro frente a la nuestra. ¿Por qué?

 Acaso, ¿nos hemos preguntado cómo se siente hoy la persona que tenemos al lado?, o ¿por qué actúa de esa manera? ¿Nos dedicamos a hacer sentir bien a una persona ajena, o solo a nosotros mismos? Estamos viviendo en un universo individual, estamos buscando siempre el bien para nosotros pero, y los demás? Hemos perdido ese grado de humanidad y nos ha hecho pensar en nosotros mismos únicamente. A mi parecer cada uno de nosotros somos importantes, y debemos siempre pensar en nuestro bienestar. Aún así he determinado que para poder alcanzar la felicidad cada día, es necesario hacerle bien a otra persona. 

 Empecemos anotándolo, ¿a cuántas personas hice sonreír hoy? Verás que lo harás inconscientemente porque con esos momentos simples en tu día,  te vas a llenar muchísimo. No quiere decir que seamos payasos, es que veamos la vida de una forma diferente, compartiendo luz y alegría, todos los días. Recuerda que tú decides cómo será tu día. No depende de como amanezcas, de qué sientas... Tú puedes cambiarlo! No vivas de ti y para ti. Piensa que eres todo lo que te puedas imaginar, hasta allá puedes llegar. No limites tus días a hacer, sentir y vivir lo que siempre haces, sientes y vives. Cámbialo. Incluye al mundo, al universo. Inclúyete tú en él y empieza tú lo que quieres cambiar. Vive porque tu vida es una bendición y la forma más bonita de vivirla es compartiendola.  

 Aprendamos a escuchar, aprendamos a valorar a quien está a nuestro lado. Valorar no es de saber lo valioso que es, también es necesario hacérselo saber. Esto me lo aclaro especialmente a mí; cuando nos sintamos asfixiados por cualquier mínimo o gran obstáculo, pensemos, un momento, en quien está al frente nuestro. Escuchemos lo que nos tienen para decir. No cerremos nuestras mentes. Tener una mente abierta nos hace vivir en libertad y plenitud.

 Concluyo con lo que inicié, cada uno de nosotros somos un mundo. Aprendamos a compartir historias de vida y a aceptar. Escuchemos para crecer, absorbamos todo lo posible de quienes nos rodean. Desde la persona que menos tomas en cuenta hasta la que más, tienen historias que contar y de las cuales exprimir vida.